La fuga de votos hacia el PP y PxC enciende las alarmas ante el riesgo de un cambio estructural.
El pinchazo en el cinturón rojo aviva la crítica a la cúpula socialista y las demandas de renovación.
El orden de las cosas de un alcalde socialista metropolitano, que CiU gobierne la Generalitat es volver a lo de siempre. Que la federación gane, además, unas elecciones municipales y tenga en sus manos la presidencia del área metropolitana y, sobre todo, de la Diputación de Barcelona, es una pesadilla hecha realidad.
Pero que el PP, y en menor medida Plataforma per Catalunya (PxC), hayan irrumpido con fuerza en el principal granero de votos socialista y, en el caso de los populares, se hayan impuesto en dos ciudades simbólicas como Badalona y Castelldefels, no entra en ninguna de las coordenadas hasta ahora conocidas. Lo que explica que más de uno de esos regidores confiese estar «descolocado» ante lo que se podría denominar como el efecto Albiol, en alusión a Xavier García Albiol, el que puede ser el primer alcalde conservador de Badalona, la tercera ciudad de Catalunya.
"Hemos cumplido, pese a la crisis, todo el programa de actuación e inversiones del mandato. Y hemos tratado con especial cuidado la integración de los inmigrantes, poniendo también de relieve las ayudas sociales a los autóctonos para desmentir los mitos sobre el trato de favor a los recién llegados. ¿Qué más se puede hacer?", se pregunta un alcalde.
La dirección del partido confirma que el PP fue el principal destinatario de la fuga de votos del PSC en la región metropolitana de Barcelona y en los barrios periféricos de Tarragona y Lleida. Y donde los conservadores tenían candidatos de bajo perfil, afloró PxC. "Suerte que en L'Hospitalet [la segunda ciudad catalana], los populares no se dieron cuenta de las opciones que tenían de crecer", dice un dirigente socialista después de que la alcaldesa, Núria Marín, haya perdido la mayoría absoluta, pero el PP solo gane un edil, por dos de Plataforma, que entra en el consistorio.
El Periódico - 06/06/2011
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